miércoles, 18 de noviembre de 2009

ENTRE LES MURS: INFORMACIÓN


Página muy completa sobre la película: pincha aquí.

"ENTRE LES MURS" 2


No he podido resistirme. La había visionado en una edición pirata que me pasó un colega (con subtítulos en español, repletos de faltas de ortografía), pero necesitaba tenerla en versión castellana, con subtítulos y con extras. No he vuelto a verla desde aquella primera y única vez, aunque lo haré en breve.

Y, sin embargo, sus escenas no dejan de rondarme la cabeza. Ha sucedido lo que ya he comentado que me ocurre con las pelis buenas: que pasan los días y aún no he podido calibrar en justa medida todos sus logros.


Sin llegar a suscribir los elogios de Sean Penn, voy concluyendo que es una película mejor de lo que me pareció la primera vez. Está toda ella recorrida de sutilezas, de un juego de polis malos y polis buenos, de inteligentes referencias cruzadas entre la visión pesimista del François personaje y el tratamiento objetivo del François guionista. Referencias para nada explícitas: se pillan al terminar la historia, en el mejor de los casos, y después de hacerte sucesivamente varias preguntas.

- François se ve incapaz (no por culpa suya) de controlar la disciplina y de llevar a cabo su programa con unos niveles mínimos. Descarga su ira contra una silla e, incomprensiblemente, hace de abogado de los alumnos cuando está fuera del aula. El Director se lo recuerda.


- Sus intercesiones, llenas de buena voluntad, terminan volviéndose contra él. Todo lo que sucede en torno a la Junta de Evaluación es mal interpretado, se desmadra y desata a la larga un conato de motín.


- Sabedor del fregado en que se está metiendo, opta por dos vías: la huida hacia atrás, erigiéndose en colega de sus alumnos durante las actividades de fotografía. Allí, fuera de los muros del aula convencional, exhibe otra cara; la otra vía es la huida hacia delante, la búsqueda de un cabeza de turco.


- Souleymane es el cabeza de turco, y buena parte de su fracaso es obra de François, que no supo encauzar bien su torrente de energías (no sólo las destructivas).


- Las buenas maneras de los alumnos en el tramo final, cuando hablan de la República de Platón y chapurrean un poco de español, se deben al efecto poderosamente tranquilizante del cercano fin de curso.

- El jardín de infancia en el que profes y chicos corretean tras la pelota nos recuerda el amargo precio de la paz social, que, como observa uno de los profesores cuando discute con François, ha sido comprada (en este caso, mediante un trueque).


De otras cosas, como el uso de los discursos políticamente correctos por parte de alumnos, orientadores y padres, y el sentido de la escena final, ya hablé en el primer comentario.

Película de visionado obligatorio para todo quisque: para los alumnos y profesores, por lo que les toca; para los padres, porque no saben qué se cuece en las aulas; para los solteros, porque deben mojarse.

"ENTRE LES MURS" 1


En las dos acertadas críticas de La Butaca ya está dicho casi todo. Sin embargo, yo añadiría unas cuantas apreciaciones.

En otras ocasiones he opinado que del Arte uno espera no que levante un acta notarial de la realidad, sino que te remueva sentimientos. Este auténtico documental (porque eso es lo que es: ni siquiera hay música y el actor protagonista se llama como el personaje al que encarna) tiene el mérito de cumplir incluso con lo que no se espera de una película, y sin duda también con lo que sí, pero en mi opinión se queda corta en este último cometido.


Cierto que, al meterte en la piel del docente, logra sumirte en la desesperación (y eso es un sentimiento), y lo consigue sin decirte nada, tan sólo mostrándote el decurso normal de una lección: se empieza hablando del subjuntivo y se acaba "debatiendo" sobre los grandes temas que acucian a la Humanidad, por ejemplo la homosexualidad, el cambio de sexo y todas esos dramones inoculados por los políticos en el templo del saber. Cierto también que rehúye el partidismo al enseñarte el lado aprovechable de los alumnos, como la bonita frase tatuada en el brazo de Souleymane, y al hacerte ver que casos extremos de "inadaptación" como el de este inmigrante no son buscados y abocan a consecuencias que a todos nos entristecen.


Pero no lo es menos que la película se queda a medio gas. Desaprovecha las posibilidades que la propia historia concebida por el profesor-escritor-guionista le brinda: las emboscadas que los alumnos le tienden a François se quedan en nada, el retrato de los compañeros de trabajo y del equipo directivo es demasiado benévolo y el final, como mínimo, un tanto idílico. Puede que ésa fuera la intención decidida desde el principio, la de no montar ninguna historia, sino simplemente describir, pero para mí el resultado es tan plano que desilusiona. Tal vez sea culpa mía, por esperar algo distinto de lo que la película ofrecía.

En todo caso, puede que el final no quede tan abierto a interpretaciones, es decir, que sí tenga moraleja: el único espacio donde docentes y alumnos pueden convivir en paz y concordia es fuera de los muros de la clase (en el salón de informática, entre ordenadores y fotografías, y sobre todo en el patio, jugando al fútbol). Así se explica que la película tenga como último y silencioso plano el del aula completamente vacía, con varias sillas tiradas por los suelos.


En mi opinión, lo mejor de la película es la interpretación de todos los actores, especialmente François Bégaudeau y los niños, la mayoría de ellos no profesionales.


Como dice Miguel A. Delgado, qué envidia del cine francés.

jueves, 5 de noviembre de 2009

30 MINUTOS

¿Sirven de algo las explicaciones que el profesor da a sus alumnos a partir del minuto 30? El mundo del marketing tiene la respuesta.