lunes, 21 de junio de 2010

"ABRE LOS OJOS", LA OBRA PERFECTA

He matado a una persona y ahora estoy en un psiquiátrico penitenciario. Ni en la peor de mis pesadillas habría imaginado un sitio así. ¿Se puede caer más bajo?

 

¡Oh, sí!:



Estoy seguro de que todo esto es un montaje de mis socios y nadie quiere creerme, ni siquiera escucharme. Salvo este pobre hombre pagado por el Estado, que se empeña en decirme que al menos salí vivo de aquel accidente que me desfiguró, cuando lo único que puedo hacer es comer, cagar y soñar con mis recuerdos. Primera alegoría de la vida:  



También se empeña en tacharme de loco o drogadicto, pero yo sé que no sufro alucinaciones, sé qué es real y qué no. Pero a ver cómo los convenzo, tirado en el frío suelo de este infierno y luchando por la posesión de un mando a distancia:
 


¡Dios! ¡Qué lejos queda el calor de aquella noche! La broma, la risa, la belleza:

   
-En el Imperio Romano, lo normal era vivir sólo 25 años. -¿De qué coño habla este tío?  -Es un reportaje sobre la crionización.


-¡Brrr, qué frío!  -¡Oye, guapo!

La sonrisa de oreja a oreja, el control de la situación, tener ese otro mando, gozar del éxito, ser ganador:

 

Tan sólo un pequeño inconveniente: tanto medro y tanta arrogancia suscitan la envidia de los dioses. Llegada es la hora de las sombras. Siniestra y horrenda Pandora: Najwa Nimri de 10:

 
-Dime una cosa: ¿crees en Dios?




-¡¡¡Noooo!!!

¡¡¡Sííí!!! Primer clímax, primer erizamiento de pelos:



Llega la Verdad:

 

El darte las espaldas:


-¿Tanto he cambiado? Porque yo a ti sí te reconozco.

Las falsas sonrisas, la actuación:


-¿Qué tal?

La compasión, ser perdedor:



La lluvia, las lágrimas, la Vida:



La renuncia a la dignidad:



El sarcasmo, la flagelación:



El pasar a un segundo plano:



Las largas:


-Mañana cuando despierte voy a querer estar muerto.  -Ya verás cómo no.

El Amor, es decir, el dolor por lo perdido e irremisiblemente inalcanzable:



El mayor sufrimiento imaginable:

 

Y, por fin, el sueño, el único descanso, el único bálsamo para tanto penar:



¿He dicho "sueño"? Esto lo parece, es como el cuento de la Bella y la Bestia:



Pero no, esto es real:


-No quiero que esto se pase.

Que un cuento se haga realidad, si entra dentro de lo verosímil, no es nada del otro mundo. Pero Ciencia Ficción son palabras mayores.

   

La realidad es tan frágil... Segundo erizamiento de pelos. Ríase usted de las películas de Hitchcock, sí, de nuestro idolatrado Hitchcock, y no digamos ya de esos bodrios sobre zombis, chupasangres y psicópatas mirones a lo Gran Hermano. Estridentes violines del propio director anuncian la incorporación de un nuevo género (¿cuántos llevamos ya? Comedia romántica, thriller policíaco, drama, suspense, drama romántico, ciencia ficción, terror). Soberbio, soberbio, soberbio:

     

¡Uf, sólo era un sueño!


-Odio soñar.

¿Pero no decías que el sueño era el bálsamo para tanto penar?

Tercer erizamiento:

 

Ya podemos prender fuego a todo lo que se ha hecho antes: obras literarias, pictóricas, escultóricas... (no me refiero a la contemporáneas, con ésas ya debimos hacerlo antes de Abre los ojos) y, por supuesto, cinematográficas.

¿Dije thriller policíaco? Ésta es la mejor secuencia de comisaría que se ha filmado y filmará, y con seguridad la mejor interpretación que ha hecho en su vida Miguel Palenzuela. En realidad, no actúa:


-Vamos a ver si me aclaro.  


-La chica con la que yo he hablado se llama Sofía.  -Sí, bueno, eso es lo que dice ella, pero es mentira.  -¿Quién es entonces?  -Es... Nuria.  -¿Nuria? ¿Nuria qué?


-Y le aseguro a usted que se llama Sofía... Sofía Cueto, que vive en la calle Quirós, número 2, 2º izquierda. -¡No!  -¡¿No qué?!

En este preciso instante, el cine español, tanto por dirección como por interpretación, alcanzó la perfección. Con semejante rara avis tan fuera de onda y con la sectaria tropa de cineastas sociatas, maniqueos, incultos, putrefactos por el odio, que infectan el resto del panorama artístico español, no es extraño que Amenábar no se comiera un colín en los Goya:

 
-¡Le repito que yo conozco a la auténtica Sofía!  -¡Y yo le repito que me diga dónde está! Porque, a efectos legales, esa chica de la que usted habla no existe más que en su imaginación.

Las leves notas de misterio del piano anuncian algo aparte. Cuarto erizamiento. ¿Qué coño es esto? 

Por fin un receso para el vapuleado protagonista, y para nosotros:


-Tienes que recuperar el control.

¿De veras lo es? Más bien ahora es cuando la cosa se complica de verdad. Continúa la intriga y entran en juego las dobles lecturas, las alegorías:


-Claro que no estás loco. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que estás soñando?


-¿Y por qué no?  -Mire, yo sé lo que es real, y esto es real.  


-¿Y tú cómo lo sabes? Los sueños no se descubren hasta que uno despierta.


-Lo sé y basta. Mis sueños son mucho más simples que todo esto.  -Oh, no hay ningún sueño simple. Mira esta gente: parece que están hablando de sus cosas, ¿a que sí? Completemente ajenos a ti. Sin embargo, podrían estar ahí porque tú lo has querido. Es más, podrías hacer que se pusieran a tu servicio o, al contrario, que te destruyeran.  -Lo que quiero es que se callen. Y usted también.


-¿Lo ves?

Quinto erizamiento.

 
-¡Que alguien me diga la verdad, joder!  -¿La verdad? Puede que no la soportaras.

Ya no nos queda duda: desde la operación, César no ha vuelto a coger conocimiento:

 

Los fantasmas te persiguen, tanto los que vienen para fastidiarte como los que se acercan para darte solaz. Intensas notas pianísticas alumbran la más estremecedora de las epifanías:

 

Espeluznante transición. Sexto erizamiento, bombeado por un haz de trompas ensordecedoras:

 

Acabemos de una vez con esto, sin medias tintas. Quiero verte y no quiero verte. La impotencia me lleva al más abominable de los crímenes. Recuperar el control está en mis manos. Orgasmo y muerte, esencias de la vida, fundidos por fin en un acto liberador. Segundo clímax:



De eso nada. Ni liberación ni control. Los fantasmas te perseguirán hasta el final, de nuevo adoptando la forma de espejos. ¿Cuántos no hemos querido más de una vez hacerles esto?:



Y aquí estamos, con un loquero erróneamente convencido de que estás muy enfermo. Mira adónde te ha llevado tu libertad:


-¿Qué va a declarar?  -Enajenación mental transitoria. No va a servir para mucho. No me van a creer así de simple. No me lo creo ni yo, joder.

La única persona que no te ha llamado loco, la única que parece tener la clave de este enigma, despareció de tu horizonte hace meses. Hasta que por fin asoma:

 
-En el Imperio Romano, lo normal era vivir sólo 25 años.

Por fin atisbas la recuperación del control:

 

Tienes un presentimiento que te lleva al nudo gordiano:

 
-Yo ya he estado aquí antes.

Es todo tan real, con estirados policías, guardias, celadores, sólidos rascacielos... El Madrid de carne y hueso, de granito y cemento (¡sí, la Torre Picasso y la Gran Vía son cinematográficas! ¡No hace falta irse a las trincheras ni a los bosques poblados de maquis!). Y sin embargo, empiezas a comprenderlo todo, o eso crees:

 
-¡Un sueño!

Tercer clímax y ya he perdido la cuenta de los erizamientos. La secuencia de los servicios es mayestática, con esas notas sueltas de piano paranoico:

 
-¡Es todo un sueño, es la única explicación! Sólo estás en mi cabeza.  -¡¡¡No!!! ¡¿Te parece esto un sueño, eh?! ¿Eh? ¡Dime!

Nuevo clímax: por fin saldremos de dudas, porque lo que vea el psiquiatra será lo cierto. Silencio absoluto. Suspense a no poder más. El secreto celosamente guardado desde el principio será por fin eyaculado en una excitante revelación, como el semen larga y sabiamente contenido:

 

Horror. ¿Locura? ¿Tomadura de pelo? Resuenan las mismas palabras que en aquella pista de tenis dirigías a tu amigo para consolarle:


-Mucha gente cambiaría su cara por la tuya. ¡Eres completamente normal! ¿Qué coño normal? ¡Eres guapo!

No quieres oírlo. Sólo despertar de este infierno. El clímax definitivo (también he perdido la cuenta), con cámara al hombro, te recorre el cuerpo desde la nuca hasta el estómago:


-¡¡¡Quiero despertaaaar!!!

La suerte está echada. Has de caer aún más bajo para salir de esta pesadilla:



Por fin la verdad. Fuiste un iluso. Qué duras suenan aquí las palabras, especialmente nunca. Otro que lo borda, Gérard Barray:


-Lo que pasó de verdad lo borramos de tu memoria.  -¿El qué?  -Tú nunca volviste a ver a Sofía y los médicos nunca fueron capaces de rehacer tu rostro.

Sigue el desfile de alegorías:


-¿Y yo pagué para esto? ¿Pagué para que Nuria reviviera y se convirtiera en Sofía? ¿Pagué para que mi cara volviera a ser la de un monstruo?


-Pagaste para vivir lo que te dio la gana. Nosotros sólo hemos puesto el escenario y los personajes. Tu infierno te lo has inventado tú.

 
-¡Sí, soy real! ¡Tengo mujer y dos hijas!  -Su personalidad está diseñada para que en estos momentos diga lo que está diciendo.

Seguimos sin saber nada:


-¡No, César! ¡No sigas escuchándole! ¡Todo esto es un montaje de tus socios! ¡Quieren que te suicides!

Sólo hay una manera de averiguarlo, pero justo ahora se te ofrecen varias tentaciones:

 

¡Qué espectáculo! ¡Qué contraluz! ¡Qué cielo madrileño!:



Enésimo clímax de ejecución impactante: acumulación de ángulos: cenital, picado, contrapicado, nadir; sólo música, sólo gritos, sólo aire:

           

Sólo oscuridad. Sólo silencio. Sólo  llanto:


-Abre los ojos.

Enésimo anticlímax, el más breve de la historia.

 

2 comentarios:

  1. Yo desde cierto momento de la película pensé que Cesar veía a Sofía con el aspecto de Penélope Cruz , pero que desde el principio ella tenía el aspecto de la mujer de pelo corto , y que la mujer de pelo corto tenía el aspecto de Penélope Cruz.Y que Cesar no se va dando cuenta asta más tarde.

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  2. Yo también llegué a pensar que en realidad Sofía tenía desde el principio el aspecto de Nuria. La verdad es que me hice un lío la primera vez que vi la película.

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