Lo normal en la prosa antigua, especialmente en la oratoria, era que un período (conjunto de frases separado por un punto) ocupara un párrafo completo e incluso toda una página. La capacidad de concentración y comprensión del público antiguo era sorprendente para nuestros parámetros, sobre todo teniendo en cuenta que la mayor parte de los discursos y de los textos literarios en general no se leían: se escuchaban.
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