miércoles, 28 de abril de 2010

AQUÍ NO VALE TODO

Ayer me preguntaron por enésima vez cómo podía pasar tan alegremente de algo tan "elevado" como la literatura a una cosa tan "vulgar" como el fútbol. Siempre me había ahorrado la respuesta, porque no hubiera sido precisamente breve, así que me he decidido a dejarla por escrito para la próxima vez que me pregunten.

El fútbol me gusta precisamente por lo contrario de lo que suelen decir de él: porque no es sólo un juego. Si sólo fuera eso, tendría el mismo éxito que una partida de petanca o de chapas.



No existe otro espectáculo que reúna una o dos veces cada semana en una sola ciudad a más de ochenta mil personas o que siente frente a la tele simultáneamente a cientos de millones de espectadores. Cierto es que otro tipo de espectáculos decadentes como Eurovisión y demás telebasura también congregan a las masas, pero en mi opinión lo consiguen por ese apetito por lo grotesco que con más o menos disimulo anida en todos nosotros: no conozco a nadie que no se corte a la hora de comentar, en un ambiente de cierto nivel, la actuación de este cantante moña o el argumento de aquella telenovela plasta.





Sin embargo, cuando se trata de fútbol, hay como cierto asentimiento tácito de que estamos ante una actividad de cierto fuste. Dentro del terreno de juego, las frivolidades que en los sectores rosas de la población rodeaban a ciertos jugadores y entrenadores mediáticos terminan dejando paso a los rostros tensos y concentrados, a las miradas intimidatorias, al rotulador sobre la libreta, al cálculo, a la inteligencia. Es exactamente el mismo ritual que hasta hace unas décadas precedía a las batallas.

El fútbol ha venido a sustituir a la guerra y, si alguien cree que exagero, que eche un vistazo a toda su fraseología: preparativos, enfrentamiento, lucha, ataque, defensa, armas, contrario, disparo, lanzamiento, barrera, obús, cañonazo, estrategia, táctica, destrucción, victoria, derrota, baja, perdón, salvación. Cualquiera puede pensar que son palabras, nada más, y que los redobles de tambor que escuchamos en las sintonías deportivas son sólo una evocación jocosa del cine épico. Yo prefiero pensar que el lenguaje siempre nos delata, que la música enardece igual que amansa y que estas caras son las mismas que pone el gorila que defiende su territorio o el soldado que se apunta un tanto:





Pero no ha venido a sustituirla como hicieron y hacen otras clases de espectáculos. Antaño, cuando la guerra faltaba, ese vacío se llenaba echando al prójimo a los leones o achicharrándolo en la Plaza Mayor, y todavía hoy mucha gente aburrida se entretiene viendo cómo dos gallos se desgarran a picotazos o unos tipos con trajes ceñidos acribillan a un toro hasta la muerte. Pero afortunadamente, la mayoría de los humanos nos hemos vuelto lo suficientemente civilizados como para descargar adrenalina sin necesidad de recurrir al derramamiento de sangre. Y la descarga es necesaria, si no quieres convertir tu vida en una especie de sándwich de pepino.

El fútbol, como la guerra, pone a prueba la capacidad de superación del hombre, llevándolo al límite de su resistencia física, haciéndole añicos músculos, cartílagos y huesos. Pero, a diferencia de lo que sucede en la guerra, aquí no vale todo. Existen unas reglas que cumplir, que ambos bandos se comprometen a acatar: vencerá aquél que consiga introducir más veces el balón entre los tres palos de la portería contraria, recurriendo a todas las armas de que disponga (pase, triangulación, entrada por banda, salto, amago, quiebro, regate, bicicleta, remate, disparo de lejos, vaselina, chilena, ruleta, taconazo, presión, robo, posesión prolongada, contraataque), quedando prohibido el toque del balón con las manos excepto para el portero y los saques de banda, así como los agarrones, las zancadillas, las patadas, los codazos y otras acciones violentas; el jugador que opte por incurrir en estas transgresiones puede ser penalizado con una advertencia y, a la segunda, debe abandonar el terreno de juego, dejando a su equipo en inferioridad numérica.


Al final, el equipo que haya conseguido aquel único objetivo, habrá acreditado ser el mejor. En un mundo en el que la mayoría de la gente aspira como máximo a competir por ver quién bebe más o se desparrama más horas en el sofá para ver cómodas mentiras en la caja tonta mientras se atiborra de chocolate; en un mundo en el que los aprobados se regalan a mansalva, sobre todo en las rebajas de junio, incluso a los alumnos que apenas han asomado la cabeza por el aula, ya que los angelitos estaban demasiado ocupados haciendo nada; en un mundo en el que se mira como a un bicho raro al que pone ilusión, cumple y se esfuerza, mientras se mima ñoñamente al que gime, hace trampa y zanganea; en un mundo, en fin, donde la ley del mínimo esfuerzo, el qué más da y el como sea se han convertido en sacramentos, ¿existe algo más noble y loable que el fútbol?

16 comentarios:

  1. Salve! Me ha encantado tu post, pues coincido bastante con tu punto de vista expresado sobre el fútbol. Es poco frecuente leer una opinión en esta línea, así que es posible que hayas leido ya el libro de Juan Villoro "Dios es redondo" de Anagrama; si no es así te lo recomiendo, a mí me resultó reconfortante, ver plasmadas ciertas ideas, que algunas veces se me pasaban por la cabeza y que no suelen ser compartidas. Vale!

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  2. He leído perpleja tu entrada pro-futbolística. Y ojiplática me he quedado con la falaz pregunta final. Evidentemente, claro que existen otras actividades y deportes mucho más loables y nobles que el fútbol. ¿Qué valores promociona hoy el deporte-rey? ¿Los contratos insultantemente millonarios? ¿Goles con la mano que suben al marcador? ¿Futbolistas "fiesteros" que lo único que leen son las Páginas Amarillas? ¿Hachazos para evitar el avance del contrario?
    Y no nos engañemos, si el Totem de la caja tonta congrega a tantos espectadores, es por el dinero que mueve tal deporte pilapédico y la "dilapidación" de tiempo en los telediarios y demás (como si no existieran más deportes).
    [Y qué casualidad que una de las preocupaciones primordiales de todo nacionalismo sea la de poseer su propia selección nacional...]
    Y esto lo suscribe:
    - una profesora de Griego
    - que le gusta el fútbol
    - ex-futbolista
    - ex-árbitra

    - que defiende el fútbol como juego y estrategia y arte (aunque no sea tan estético como la natación sincronizada). Y este fútbol es el que se practica en categorías inferiores: infantiles, alevines...
    Belén Cantero

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  3. Lo siento, Belén, pero tu comentario está repleto de topicazos políticos:

    Los contratos son los que dicta el mercado, ni más ni menos, y a mí desde luego no me parecen insultantes, sino envidiables.

    Los valores que promociona el fútbol son los opuestos a los de la educación, están bien enumerados en mi entrada. Las manos y los hachazos son juego antirreglamentario, que se sancionan duramente. Lo que lean los jugadores o las prostitutas que se paguen, no son de mi incumbencia, y ojalá que no lo sean nunca, por Dios.

    De todas formas, lo más interesante es que ni una sola entrada de este blog, excepto ésta, de tema futbolístico, ha suscitado dos comentarios. El resto, la cultura clásica, Woody Allen, Ágora, sigue siendo un cementerio.

    Marilo, gracias. No me he leído ese libro. Me informaré.

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  4. Estoy arto/a de el fútbol cállate ya y déjanos de hablar con el fútbol

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  5. El fútbol, ni de broma deporte noble y loable
    en nuestras sociedades occidentales

    Pues como bromearía el ya fallecido Antonio Ozores, `no, José Antonio, no´.

    Pero más que de broma, quiero empezar estilo viñetas de mi admirado “El Roto”. A mi sensibilidad, a muchas sensibilidades les resultan indecentes muchas cosas de esta sociedad y este planeta. Una de ellas, aquello que se paga por los fichajes del mundo del fútbol mientras que aproximadamente la mitad de la población mundial vive con menos de 2 dólares/euros diarios.

    Y bajando un poco la grandilocuencia, pues mira, sí, también estoy hasta el moño de la omnipresencia del fútbol en la tele, y muy particular en los telediarios generalistas de las principales cadenas de mi país. Ni siquiera me lo pregunto, y dado que tú y yo estamos cercanos al mundo clásico, y en concreto a Roma: ¡estamos ante otra dosis más del panem et circenses con que los cónsules y emperadores acallaban las demandas e injusticias que sufría la plebe de la capital del Imperio! Los “Reincidentes” sevillanos, cercanos a tu tierra, tienen alguna letra sabrosa con respecto a esto que te subrayo.
    Conclusión evidente, quizás pelín grandilocuente, respecto a esa omnipresencia del fútbol en los mass-media y el abuso del mismo en la publicidad: aquella citadísima frase de mi admirado Marx: “la religión es el opio de los pueblos” se podría reconvertir y actualizar en que “el fútbol es otro más de los opiáceos colectivos que adormecen a las sociedades de inicios del s. XXI”. Sin dudarlo, Don Carlos aprobaría la reconversión, en particular por la influencia cada vez menor de la religión en la vida de los seres humanos de la cultura occidental.

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  6. Y tras este par de pinceladas preliminares, con su punto de demagogia, especialmente para alguien que aprovecha los partidos televisados para reunirse con amigos y disfrutar de un rato agradable, como tú has experimentado ya en alguna ocasión… Pues vamos a por más argumentaciones antifutboleras, que las hay de sobra.

    Estaremos de acuerdo en que sobra competitividad en las sociedades capitalistas occidentales, ¿verdad? Y el fútbol es otra pieza más del molino, de esa especie de sueño, mejor falacia americana, según la cual cualquiera puede lograr el éxito si se esfuerza lo suficiente. ¿Qué porcentaje de chavales llega a poder vivir del fútbol? Y parece que se dejan la vida desde niños, y alrededor padres, clubes y escuelas de fútbol que sólo tienen de escuelas el nombre, algo que he experimentado en carne propia.
    Ciertamente, José Antonio, el fútbol contribuye muy bien al fomento de la competitividad, y respecto al compañerismo o a la colaboración en el grupo por el éxito común, valor positivo, pasa a un muy segundo plano frente al triunfo, a la victoria, al ascenso, al título… Y lo demás, son cuentos chinos, si se afronta la realidad del fútbol en casi todos los niveles.

    Respecto al espíritu fraternal del deporte, no sé si procede una ironía seca o con rabia. Vaya, alguien que ha sido árbitro de fútbol durante años recuerda la sonrisa triste/irónica después de aquello del echar el balón fuera ante la lesión de un contrario… para a continuación morder, pisar, o tratar de intimidar a quién te dificulta el éxito colectivo o personal.
    ¿Fomenta el fútbol el respeto a los contrarios o al juez? Pues si estuviéramos en un bar, utilizaría el dicho castizo-chulo aquel que termina en 33. Los árbitros… … pues sí, el desahogo de todos los males de la semana profesionales o personales. Puedes preguntar a cualquier árbitro en activo de cualquier nivel las bromas que corren en los colegios de árbitros. Y quien ha vivido los campos de la regional, sabe de las agresiones ocasionales y de los continuos intentos de intimidación.

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  7. Respecto a la igualdad que promueve la Constitución o la Declaración de Derechos Humanos, pues casi que ya sabemos los muy probables ganadores de la siguiente Liga española, y la siguiente… También aquí, money makes the world go around, esto es, aquello que sabiamente versificó Francisco de Quevedo, “poderoso caballero es Don Dinero”.

    Y en cuanto a la rivalidad entre ciudades o naciones, pues colabora en establecer barreras, más que en disolverlas… Ya sabes tú el grito o cántico de tantos grupos ultras cuando llega el Barça: “quisiera ser tan alto como la Luna, hey, hey, para poner los cuernos a …”, y el manidísimo grito de “p…, el Barça; y p… Cataluña”.
    Y esto nos acerca a otro de los temitas candentes entorno al fútbol, la promoción de grupos violentos, de actitudes violentas con consecuencias extremecedoras como aquella final de la Copa de Europa, la tragedia del estadio Heysel de Bruselas; o el asesinato de aquel chico de la Real Sociedad que tenía toda la vida por delante y se la robaron unos descerebrados ultras del Atlético. Cierto, la violencia está omnipresente en nuestras sociedades, pero el fútbol es otro elemento colaborador…

    Ayer concedí un aspecto positivo, que hoy incluso quisiera matizar también: el respeto a unas reglas comunes, pero, ciertamente, cuando alguien obliga, no por espíritu deportivo. Podemos recordar “la mano de Dios (de Maradona)”, las triquiñuelas y engaños continuos en los campos de juego. Se intenta sortear las reglas todo lo posible, y sobre todo, el respeto a las mismas… porque la victoria es el por, para, según, sin, so, sobre, tras de casi cada acción futbolística. Si el árbitro no vela por el cumplimiento de las reglas, un campo de fútbol puede llegar a ser ciudad sin ley.

    No entro en las ayudas continuas de las diversas instituciones a los clubes de fútbol, ni el trato diferente en sus obligaciones con hacienda…

    (sigue aún en una cuarta parte)

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  8. Si es que casi toques lo que toques relacionado con el fútbol, José Antonio. Muchas cosas son lamentables, y algunas alcanzan el rango de indignantes. Por todo ello, a alguien que fue socio del Real Madrid e iba disfrazado al campo del Madrid cuando era adolescente, que asistió a aquella final del Mundial 82 en el Bernabéu, y que fue 7 años árbitro de fútbol, obteniendo premios que siempre recuerdo con cariño, cada vez le gusta menos el fútbol, la verdad…, y detesta muchas de las cosas que giran alrededor del mismo.
    Puede que sea un deporte noble y loable… pero el que juegas o jugaste tú alguna vez con tus amiguetes, dado que uno era del pelotón de los torpes, y siempre me colocaban estratégicamente en la portería o de medio estorbo.

    Y sin embargo, a pesar de que todo lo anterior -a pesar de que buena parte de esto me alejó de una incipiente vocación de entrenador de niños- me lleva cada vez más a alejarme de este espectáculo-semideporte, me alejo de una respuesta fundamentalista (no, nunca, jamás), y espero que nos sigamos encontrando con más amigos para poder disfrutar del buen rato que se pasa viendo un buen partido de fútbol en compañía…
    Por cierto, remachando este final contradictorio, aprovecho este texto para una invitación de encuentro para presenciar partido: España – Chile, 20.30 hrs, del viernes 25 de junio (Mundial del 2010). Si se juegan el primer puesto del grupo preliminar, y no tienes academia, pues ya sabes el sitio…

    Cuando lo publico, hemos sido ya campeones del Mundial hace 1 mes, y ciertamente supuso una catarsis colectiva. Un ejemplo más, más de 1 millón de personas en las calles de Madrid por una victoria en el fútbol. ¿En cuantas ocasiones se ha reunido tanta gente desde el inicio de la Democracia en España por un tema cívico: el 23-F, el asesinato de Miguel Ángel Blanco y la manifestación contra la Guerra de Iraq (quizás se me olvide alguna). Otro motivo de perplejidad.

    Un abrazo, amigo

    (Y con esto termina esta reflexión casi bíblica, por su longitud. Casi como el fútbol omnipresente por la tele y la obligación de trabajar - ¡MALDITOS CASTIGO BÍBLICO el primero y PSICOSOCIAL el segundo! No extraña que haya alguien en los comentarios anteriores que escriba que se deje de dar la paliza con el fútbol. Que hay cosas mucho más interesantes bajo el cielo y la tierra, algunas de las cuales venimos compartiendo en nuestras recientes charlas, querido José Antonio).

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  9. José Miguel, ¿prefieres que te replique o que lo deje así?

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  10. Por fin alguien ha abierto el camino. Gracias por ello José. Viendo que nuestra revista escolar se hace eco de la excelente colaboración de un compañero en relación al fútbol ( "Aquí no vale todo"), y la controversia que se ha organizado en su blog, me animo a dar mi versión sobre el fenómeno futbolístico, más que nada con el ánimo de avivar la polémica entre sus muchos detractores y con la sana intención de que abran sus ojos a todas las posibilidades que el espectáculo ofrece, y no sólo la que muestran los periódicos interesados.
    La reflexión que hacemos prescinde de cualquier argumento político, mediático o colateral que el fútbol pueda tener, para eso están los programas basura como los que acertadamente nuestro compañero José Antonio señala. Trataremos de hacer ver las razones de su importancia; de justificar que forma parte de la cultura, que es capaz de trasmitir unos valores precisos para el desarrollo humano y la integración social, y por último que puede ser aprovechado desde muchos puntos de vista en la formación integral de la persona, especialmente joven.
    Posiblemente no sea verdad que el fútbol sustituya a las guerras, pero es evidente, como queda demostrado en el artículo de referencia, que se nutre de una terminología propia de aquella, muy alimentada desde fuera para aderezar el espectáculo y la competición con unos tintes lo suficientemente activos y épicos como para darle un tono de heroicidad de los que a lo mejor carece.
    Pero, aunque no la sustituya está claro que, si no como motivo esencial sí que puede ser un motivo desencadenante, busquen la referencia histórica en la guerra entre Honduras y El Salvador. La famosa guerra de las cien horas o de los cinco días. Cuanto mejor sería dirimir las diferencias en el campo de fútbol y no en el de la batalla.
    Sin embargo, hay algunos intentos de utilizar este deporte precisamente para limar asperezas entre vecinos irreconciliables con odios ancestrales, limados definitivamente o limándose por arte de la magia futbolera. ¿Por algo será? Lo que no consigue la diplomacia lo consigue el fútbol, Paradójico. Lo cual no está mal para un deporte insulso según opinan sus detractores. Simplemente desde este punto de vista ya sería útil en esencia, mucho más que un juego, sí señor.

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  11. Dejando aparte este tipo de consideraciones, estarán de acuerdo en que el fútbol es un deporte que ha adquirido una categoría de imprescindible en la sociedad actual, (como dirían los tabloides especializados, el “deporte Rey”). No se sabe si de forma merecida o no. Evidentemente, es un valor en alza en la sociedad actual de manera indiscutible. Pero, ¿Cuál es la razón de tan tremenda importancia? Su importancia quizás radique en ser el único deporte que se juega de forma antinatural, contra toda lógica.
    ¿Qué significa esto? Significa que mientras que el resto de los deportes utilizan técnicas derivadas del uso de la mano de forma directa, (balonmano, baloncesto, voley-ball,…), o empleando herramientas o máquinas oportunas para hacerlos posible, (léase raquetas, palas, stics, espadas, bicicletas, etcétera); o como mucho, el empleo de pies y piernas para lo que están diseñadas “de fábrica” en nuestra especie, para el desplazamiento, la carrera, la caza o la huida de los depredadores. Todo ello es consustancial con el hecho humano desde la liberación de las extremidades anteriores hace ya más de tres millones de años y, por tanto, es evidente que la experiencia evolutiva nos ha dotado de una habilidad exclusiva para el uso de las manos; mientras que el fútbol expresa en el campo de juego, (o el de la batalla, si así lo queremos), la creación intelectual a través de los pies, (o circunstancialmente de la cabeza), incluso con belleza para quien lo quiere ver así.
    Quien es capaz de coordinar el movimiento lento con la velocidad; la destreza en la esquiva al contrario que trata de impedirlo con el manejo de un balón díscolo en los pies; la capacidad de burlar inteligentemente y con la astucia los deseos de revertir la situación por parte del adversario o de salvar obstáculos sobre la marcha con la sutileza de un toque proporcionado con el pie para introducirlo en el arco contrario; (léase portería en la actualidad, únicamente los ciudadanos sudamericanos utilizan arco, arco en los orígenes porque eran los arcos que delimitaban las galerías internas de los atrios de los colegios británicos del patio central, los que servían de portería); entonces esos y sólo esos, adquieren la categoría de dioses, de un olimpo deportivo bien y merecidamente pagado frente a los que no somos capaces de hacerlo o lo hacemos con un nivel claramente inferior que debemos conformarnos a lo sumo con pertenecer a la pléyade de los semidioses secundarios, o simplemente a la de los patanes.

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  12. Eso es lo que justificaría sus contratos envidiables ante quienes en ocasiones son incapaces de coordinar, incluso con las manos, lo que su cabeza de forma sencilla les dicta. Por ello son tan pocos los elegidos entre un universo de aspirantes.
    Si bien en su concepción moderna es pura inventiva inglesa, desde el descubrimiento de la pelota en la China imperial del siglo VI antes de Cristo, (BP, “before present” para en la neo terminología actual), es más que posible que egipcios, helenos, o romanos le dieran sucesivamente a la “esfeira” o a la “pila” en su “harpastum”, quizás de forma competitiva, a la vez que los aztecas practicaban su "tlachtli" ancestral o la pelota mixteca precolombina. Pura esencia ancestral del fútbol.
    Pasando claro está por el calcio del renacimiento italiano, especialmente en la Florencia de los Médicis, con un fútbol rudimentario entre el deporte y la guerra de guerrillas, hasta el fútbol gaélico irlandés. El repaso gratificante de estos brevísimos antecedentes permitiría decir, que el fútbol contribuye de una manera clara y sin exageración alguna, a una cultura general que muchos desprecian. Prueben a ilustrarse en ellos. Delicioso.
    Que el deporte ha sido tradicionalmente un medio para conseguir valores que tienen una aplicación directa en el desarrollo humano personal y en el colectivo, es indudable. Al menos así lo creemos muchos.
    Parece que también está generalizado, observen sino, puesto que está a mano en Siringa, la última entrevista realizada por los alumnos del centro a un compañero suyo y también alumno que destaca en el fútbol juvenil de uno de los grandes equipos de la capital, aspirante a las más altas cotas en este deporte, que a una pregunta sobre que palabras destacarías de las que le citaban en su relación con el fútbol contesta:
    “Para mí las cinco palabras que mejor reflejan mis sensaciones con el fútbol son: Compañerismo, Competitividad, Afán de superación, Entrega o Esfuerzo y uno muy importante la Humildad”.
    Las cuales, no me negarán, que junto con otras como: “integración, respeto a la persona, tolerancia, acatar las reglas, perseverancia, trabajo en equipo, superación de los límites, autodisciplina, responsabilidad, cooperación, honestidad, lealtad”, etc. son valores necesarios para la mejor integración del individuo en la sociedad.
    Espléndida respuesta, si no fuera porque precisamente alguna de las palabras citadas y valores consignados las evita de forma descarada el sistema educativo en el que en la actualidad estamos inmersos.
    A pesar de ello, encauzar toda la simbología, los valores apuntados, las normas y los comportamientos en la dirección oportuna nos permite utilizar incluso este deporte, tan denostado en ocasiones, como mecanismo educativo.

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  13. A modo de ejemplo, y para terminar, acaso no están en los libros de texto con lo que tratamos de educar a la juventud, las palabras plástica y estética, ¿acaso no hay plasticidad en los lances futbolísticos? Cuando se ha hablado más de ética, que ésta aplicada al comportamiento de las figuras en el campo que ahora. Nunca sabrán tanto los alumnos sobre la anatomía y fisiología que con las múltiples lesiones y su proceso curativo experimentado por los dioses caídos en batalla. Menos costaría hacerles aprender la nutrición, que siguiendo la recomendada por los “gurús” en este campo en los equipos de élite.
    De las matemáticas convertidas en matemágicas, con tanta parábola, tangencia, sectores circulares del área grande, perímetros y vectores los fines de semana, se pueden hacer virguerías. Claro que resultaría muy “friky” aquí decir que el tiro que reproducimos en el vídeo de abajo, responde a: x = ay2 + by + c, pero no está mal intentar subvertir el orden establecido y aprovecharlo.

    De la geografía que decir. Ahora que se confunde el Miño con el Niño, y sin embargo, todos saben que el Niño se encuentra en “la ribera este del estuario del Mersey”. Es decir en Liverpool. Y que Donetzs no es donde se hacen los donuts, sino donde reside el impronunciable Shankar posible rival de no sé quien en la fase previa no se sabe que copa. Y así sucesivamente con la historia, la geografía, la economía y mil ciencias más.
    Tiene valor o no tiene valor el fútbol.

    Así que, parafraseando al compañero: “Mucho cuidado que: Aquí no vale todo”. Un respeto.

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  14. Si no fuera por el fútbol... tendríamos más guerras!

    Enhorabuena por el post. Ya te lo comenté en mi facebook, a propósito de "El lenguaje del Sexo" y "Fútbol y Sexo". ¿Viste ya el documental de la BBC?

    Saludos compañero.

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  15. Nooo, por la mañana estoy en el insti. Esta noche.

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