Para el hombre antiguo, la felicidad se identificaba con la fertilidad, de hecho, los romanos designaban ambos conceptos con la misma palabra, felicitas. En la entrada de una panadería de Pompeya se encontró una inscripción con un falo que reza: HIC HABITAT FELICITAS ("Aquí habita la felicidad"). Y la felicidad o fertilidad sólo era posible si la concedía alguna divinidad, como Príapo o Fauno.
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